domingo, 31 de marzo de 2019

¿Semivida de un isótopo? - Enrique Macías Virgós

¿Por qué se habla de la semivida de un isótopo y no de su vida entera?
(Por Enrique Macías Virgós)



El término "semivida" (en inglés half-life, a veces traducido incorrectamente como "vida media") empezó a usarse para predecir el comportamiento de algunos isótopos radioactivos, pero puede aplicarse en muchos otros contextos.

La semivida es una noción matemática ligada a la idea de "probabilidad". Un átomo inestable puede liberar en cualquier momento algún tipo de partícula subatómica o radiación, convirtiéndose en otro elemento químico. El ritmo con que esto ocurre difiere de un elemento a otro. Además, es imposible predecir cuándo va a tener lugar este “decaimiento radioactivo” para un átomo concreto; pero podemos usar técnicas estadísticas para estimar cómo va a comportarse una masa grande de átomos. En el modelo matemático que explica este proceso se observa que la cantidad de átomos radioactivos se reduce a la mitad siempre que transcurre un determinado tiempo. Este período de tiempo es la “semivida”.

Por ejemplo, el carbono-14 se va convirtiendo en nitrógeno, con una semivida de 5730 años, y este dato puede servir para determinar la edad de un fósil. El 14C se forma en las capas altas de la atmósfera por la acción de los rayos cósmicos; para simplificar, podemos suponer que su concentración se mantiene constante. Las plantas y los animales lo absorberán, en esa misma proporción, pero solo hasta su muerte, y la cantidad de isótopo que aún hay en el fósil nos dará una indicación precisa del tiempo que ha pasado. Por este método de datación recibió Willard F. Libby el Premio Nobel de Química en 1960 [1].

Otro ejemplo es el plutonio-238, que es de uso común para dar energía a algunas naves espaciales [2]; así, varias misiones Apolo dejaron en la Luna un “generador termoeléctrico de radioisótopo" (es decir, un aparato que convierte el calor producido por la radioactividad en electricidad) para permitir realizar experimentos durante años. Como el 238Pu tiene una semivida de 88 años, si un generador de este tipo tiene una potencia de 100 Watios, al cabo de 40 años la potencia será algo más de 70W. El cálculo exacto requiere utilizar logaritmos, pero puede hacerse con una sencilla calculadora científica.

El modelo matemático que rige estos fenómenos aparece siempre que el ritmo al que cambia una cantidad sea proporcional a su valor actual. Algunas reacciones químicas, la altura del agua en una piscina que se está vaciando por el fondo o la evolución de algunos activos financieros siguen este modelo.

Un ejemplo típico en Farmacocinética [3] es la concentración en sangre de un medicamento cuando se administra una inyección por vía intravenosa en una sola dosis rápida (en contraposición a la perfusión continua mediante gotero). La distribución del fármaco en los tejidos está afectada por muchos factores y la metabolización se realiza a través del hígado y la orina, entre otras vías. Pero el resultado global es que el organismo elimina la sustancia a un determinado ritmo de “aclaramiento”, medido en volumen de plasma o sangre por unidad de tiempo, y la cantidad total de fármaco que permanece en el cuerpo depende de la concentración, que a su vez va cambiando. De este modo se puede predecir la concentración plasmática que habrá en un determinado momento, o bien estimar la dosis que se inyectó inicialmente, o la vía por la que se está excretando, ya que cada sustancia tiene una semivida diferente.

Por ejemplo, un antibiótico como la amoxicilina tiene una semivida de 1-2 horas mientras que la del diazepam (usado para los trastornos de ansiedad) es de 30-60 horas. Conocido este parámetro, habrá que tener en cuenta si el medicamento no es de mucha toxicidad, para dar más espaciadamente dosis más grandes, o si debe fraccionarse a lo largo del tiempo, ya que se sigue acumulando al dar dosis repetidas. Para la mayor parte de los medicamentos hay una concentración por debajo de la cual el fármaco es inefectivo, y otra por encima de la cual es peligroso.

En la perfusión continua, en cambio, se trata de alcanzar una concentración de equilibrio que se mantenga en el tiempo. En la práctica clínica, se considera que la concentración se estabiliza indefinidamente cuando han pasado aproximadamente siete semividas.

Modelos parecidos se usan en otros tipos de administración de cualquier sustancia. Así, la semivida de la cafeína ingerida por una persona sana está entre 1,5 y 9,5 horas, dependiendo de las circunstancias fisiológicas y ambientales (uso de anticonceptivos, fumar, embarazo) [4].

En resumen, desde que E. Rutherford (premio Nobel de Química) formuló por primera vez hacia 1902 la idea de la semivida o “período de semidesintegración” [5] de un isótopo, esta noción se ha convertido en algo común en muchas ramas de la Ciencia. La fórmula exacta que se utiliza en estas situaciones se conoce con el nombre de “decaimiento exponencial”, ya que la variable tiempo aparece en el exponente, y es un ejemplo más de cómo se pueden explicar y simular matemáticamente muchísimos fenómenos experimentales, algunos con aplicaciones imprevisibles, en lo que se ha dado en llamar “la irrazonable eficacia de las Matemáticas” [6].

Una última curiosidad: el volumen de la espuma de una cerveza también decae exponencialmente con el tiempo, y la semivida depende del tipo de cerveza. Este descubrimiento le valió a sus autores un premio “Ig Nobel” de Física en el año 2002 [7].

Enrique Macías-Virgós
Doctor en Matemáticas.
Profesor Titular Universidad de Santiago de Compostela.





Nació en Vigo (Pontevedra) en 1956. Doctor en Matemáticas, completó su formación postdoctoral en la Universidad de Lille (Francia). 

Es profesor titular de la Universidad de Santiago de Compostela en el área de Geometría y Topología, e investiga en temas relacionados con la topología algebraica y la teoría de foliaciones. Ha impartido numerosas conferencias de divulgación sobre las Matemáticas.

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