martes, 1 de agosto de 2023

¿Por qué se extinguieron los Dinosaurios? - Pedro Pereda Gómez

¿Por qué se extinguieron los Dinosaurios?
(Por Pedro Pereda Gómez)



(Noviembre 2016)



Los dinosaurios aparecieron hace unos 230 millones de años, durante el periodo Triásico, y dominaron la tierra, el aire y los mares de nuestro planeta durante más de 150 millones de años. Durante este periodo evolucionaron algunas de las criaturas más impresionantes de la naturaleza: dinosaurios carnívoros de 6 metros de altura, dinosaurios herbívoros de 26 metros de longitud y pterosaurios con la envergadura de 12 metros.

Sin embargo, hace 65 millones de años se extinguió el último dinosaurio no aviario. Igual que los gigantescos mosasaurios y plesiosaurios que en su día dominaron los mares, y los pterosaurios en los cielos. Pero no solo los dinosaurios, también el plancton, la base de la cadena alimenticia del océano, se vio muy afectado. Además, muchas familias de braquiópodos y esponjas de mar desaparecieron, igual que los restantes ammonites de concha dura. También se redujo la gran diversidad de tiburones y se marchitó la mayor parte de la vegetación. En resumen, se eliminó más de la mitad de las especies mundiales.

¿Qué causó esta masiva extinción que marca el final del Cretácico y el comienzo del Paleógeno?

Los científicos han coincidido en dos hipótesis para explicar la extinción del Cretácico: un impacto extraterrestre, por ejemplo un asteroide o un cometa, o un período de gran actividad volcánica. Cualquiera de los dos escenarios habría ahogado los cielos con restos que privaron a la Tierra de la energía del sol, impidiendo la fotosíntesis y extendiendo la destrucción arriba y abajo de la cadena alimenticia. Una vez que se asentó el polvo, los gases de efecto invernadero bloqueados en la atmósfera habrían provocado que se disparara la temperatura, un repentino cambio climático acabó con mucha de la vida que logró sobrevivir a la prolongada oscuridad.

La teoría del impacto extraterrestre se basa en el descubrimiento de un estrato o capa de arcilla de color oscuro en los sedimentos que datan de la época de la extinción. Este estrato tiene, entre otras características, un alto nivel de Iridio, elemento químico raro en la corteza terrestre que, sin embargo, se encuentra en los meteoritos con la misma concentración que en este estrato. Puesto que este estrato se encuentra en todo el planeta, en la tierra y en los océanos, esto condujo a los científicos a afirmar que el Iridio se esparció por el planeta cuando un cometa, o un asteroide, cayó en algún lugar de la Tierra y a continuación se evaporó. Este estrato también presentaba abundancia de hollín, el cual debió producirse por el gran incendio que siguió a la caída del meteorito.

Los defensores de la teoría de la gran actividad volcánica nos indican que el núcleo de la Tierra también es rico en Iridio, y el núcleo es el origen del magma que vomitó la Tierra en la Meseta del Decán (India), una de las mayores formaciones volcánicas de la Tierra, donde se apiló material volcánico sobre más de 1.500.000 kilómetros cuadrados de superficie y 2000 metros de espesor. Este período de actividad volcánica también se ha calculado que ocurrió entre 60 y 68 millones de años, al final del Cretácico, y habría extendido el Iridio por todo el planeta, junto con el polvo que ocultaba la luz solar y los gases de efecto invernadero.

Sin embargo, la teoría del impacto extraterrestre se vio reforzada por otra característica de este estrato, que es la gran acumulación de esférulas de vidrio, que se producen cuando se solidifica rápidamente roca vaporizada, y de un tipo especial de cristales de cuarzo llamado “cuarzo de impacto” que solo se encuentra en las proximidades de los cráteres producidos por la caída de objetos del espacio.

Pero si era cierto que hace 65 millones de años un meteorito de gran tamaño, capaz de ser el responsable de la extinción masiva descrita, había caído en la Tierra, era necesario localizar el lugar del impacto.

Puesto que no se conocía en la superficie continental ningún cráter que se adaptara a las características de este meteorito, se partió de la posibilidad de que el impacto hubiera ocurrido en el océano. Partiendo de esta hipótesis, los científicos buscaron las huellas que hubiera dejado un tsunami posterior al impacto. Estas huellas, denominadas tsunamitas, son unos depósitos caracterizados por una sedimentación caótica y se encontraron en Texas (Estados Unidos), México y en diversas localidades del Caribe. Finalmente, en el año 1991 se descubrió el cráter de impacto en Chicxulub, en la península de Yucatán (México).

El cráter de Chicxulub, cuya antigüedad se ha fijado en 65 millones de años, mide más de 180 kilómetros de diámetro y forma una de las zonas de impacto más grandes del mundo. Se estima que el “bólido” que lo formó medía al menos 10 kilómetros de diámetro. Este cráter se encuentra bajo más de un kilómetro de sedimentos carbonatados, lo que ha desfigurado su aspecto topográfico y ha hecho difícil su localización, pero los estudios en profundidad realizados permitieron descubrir el contorno del cráter.

Se estima que el impacto del “bólido” fue dos millones de veces más potente que el dispositivo explosivo más potente creado por el hombre, jamás detonado, con una potencia de 50 megatones. Incluso la mayor erupción volcánica explosiva que se conoce en la historia reciente, la que creó la Caldera de la Garita en Colorado (Estados Unidos) hace entre 40 y 25 millones de años, fue significativamente menos potente que el impacto de Chicxulub.

El impacto habría causado algunos de los megatsunamis más grandes de la historia de la Tierra. Una nube de polvo, cenizas y vapor habrían extendido el diámetro y área del cráter, cuando el meteorito se hundía en la corteza terrestre en menos de un segundo. El material excavado, junto con trozos del asteroide, habrían sido eyectados a la atmósfera por la explosión, se habrían calentado hasta convertirse en cuerpos incandescentes y habrían reentrado a la propia atmósfera terrestre, quemándola y posiblemente provocando incendios globales. Mientras tanto, enormes ondas de choque habrían causado terremotos y erupciones volcánicas globales. La emisión de polvo y partículas podrían haber cubierto la superficie entera de la Tierra durante varios años, posiblemente una década, creando un medio de vida difícil para los seres vivos. La producción de dióxido de carbono provocada por el choque y por la destrucción de rocas carbonatadas habría causado un dramático efecto invernadero. Otra consecuencia del impacto es que las partículas de polvo de la atmósfera habrían impedido que la luz solar llegara a la superficie de la Tierra, disminuyendo la temperatura drásticamente. La fotosíntesis de las plantas habría quedado interrumpida, afectando a la totalidad de la red trófica.

El descubrimiento de otros cráteres, como el cráter de Shiva en el Océano Indico, el cráter Silverpit en el Mar del Norte frente a las costas del Reino Unido y el cráter Boltysh en Ucrania, probablemente causados por grandes objetos extraterrestres que impactaron contra la Tierra, condujo a la teoría del impacto múltiple por la cual Chicxulub solo fue uno de varios impactos que habrían ocurrido aproximadamente al mismo tiempo. La colisión del cometa Shoemaker-Levy 9 con Júpiter en 1994, en la cual el asteroide se fragmentó en varias partes antes de la colisión, demostró que las interacciones gravitacionales pueden afectar a un cometa creando la posibilidad de múltiples impactos en un período de días. Algo similar pudo ocurrir en la Tierra hace 65 millones de años.

En cualquier caso, ya sea por el impacto de uno o de varios meteoritos, la teoría del impacto extraterrestre goza actualmente de una aceptación amplia, aunque algunos científicos todavía la critican por considerar que de ser cierto un impacto de estas características, ¿por qué sobrevivieron mamíferos, tortugas, cocodrilos, salamandras y ranas? Las aves también se libraron, al igual que las serpientes, bivalvos y los erizos y estrellas de mar. Incluso a las plantas resistentes capaces de soportar climas extremos les fue bien.

Ambas teorías, la del impacto extraterrestre y la del vulcanismo masivo, son meritorias. Sin embargo, en Marzo de 2010, expertos de Europa, Estados Unidos, México, Canadá y Japón confirmaron que la extinción masiva fue originada por el impacto de un meteorito, quedando desvirtuadas otras hipótesis como la del vulcanismo masivo.

Independientemente de lo que provocó la extinción, ésta marcó el fin del reino de terror de los grandes carnívoros bípedos del Triásico, como el Tyrannosaurio rex, y permitió que los mamíferos se diversificaran rápidamente y evolucionaran a nichos recién abiertos.

Pero, ¿realmente han desaparecido todos los dinosaurios? La respuesta es no. Al principio hemos hablado de la extinción de los “dinosaurios no aviarios”, porque los científicos consideran que las aves actuales son los supervivientes de un grupo de dinosaurios terópodos que surgieron durante la era Mesozoica y que lograron superar la catástrofe y evolucionar. Recordemos que también eran dinosaurios terópodos los grandes carnívoros bípedos del Triásico, aunque estos tuvieron peor fortuna.

Las aves comparten muchas características únicas, esqueléticas y de comportamiento, con los dinosaurios. Por otra parte, muchos fósiles de dinosaurios se han recogido con plumas preservadas, e incluso algunos tienen largas plumas en brazos y patas formando alas.

Por tanto podemos concluir que las aves de hoy en día son los seres más parecidos a los dinosaurios que habitaron la Tierra en el pasado. Solo necesitamos levantar la vista y mirar al cielo para ver los dinosaurios de hoy.

 

 

 

Pedro Pereda Gómez

Licenciado en Biología

Director de Hemasoft

 



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