¿Qué son los
pulsares? ¿Y los quásares?
(Por Paola
Marziani)
Suena
extraño asociar pulsares y quásares en el mismo capítulo, ya que son objetos
muy diferentes. Los quásares fueron descubiertos más de diez antes del momento
en el que Isaac Asimov publicaba su recopilación sobre las preguntas más
básicas sobre la ciencia. El descubrimiento de los quásares fue reportado en
1963 por Marteen Schmidt en la revista Nature. Por otro lado, los pulsares
fueron descubiertos poco tiempo después en 1967 por Jocelyn Bell Burnell y
Antony Hewish. Tanto los quásares como los pulsares habían entusiasmado la
mente, acrecentando la fantasía, y las esperanzas de mucha gente fuera del
mundo de los astrónomos profesionales. Hacia finales de los años 60’s los
quásares seguían siendo demasiado misteriosos para ofrecer algunas respuestas
básicas acerca de sus propiedades ya que las hipótesis sobre su origen se
contraponían entre sí. El mismo Isaac Asimov se preguntaba:
“Y también están los
quásares, que según algunos son un millón de estrellas ordinarias, o más,
colapsadas todas en una ¿Qué decir de la temperatura de su núcleo interior?
Hasta ahora nadie lo
sabe.”
¿Pero qué son los pulsares y los
quásares? Antes de discutir en detalle los aspectos físicos y presentar algunas
analogías recordemos sus propiedades más básicas, dedicando unas palabras sobre
el contexto histórico de su descubrimiento. Los pulsares son objetos que emiten
impulsos de radio a una frecuencia muy estable. La frecuencia es diferente para
cada pulsar, varía de 1 a 30 ciclos por segundo, de 1000 a 0.5 ciclos por
segundo para todos los pulsares conocidos. Se detectaron por primera vez con
observaciones de radio, como fuentes débiles que fueron pasadas por alto en los
primeros mapas. Al principio, la regularidad y la frecuencia de los pulsos de
radio (el término pulsar es una contracción de estrella pulsante, pulsating
star, en inglés) sorprendió a los observadores. En ese momento, la
radioastronomía era una ciencia relativamente joven, sin embargo la gente
empezaba a disfrutar la explotación sin precedentes de las comunicaciones a
través de ondas de radio, desde los aparatos de radio portátiles de
transistores (“pocket radios” en inglés, “radioline” en italiano) hasta los
aparatos televisivos. Estos dispositivos eran un signo del avance de nuestra
civilización. El poder intrínseco, la frecuencia y la regularidad de los
pulsares presentaban un reto para los procesos físicos que ya eran bien
comprendidos en el momento. ¿Y por qué no pensar que esas señales tan regulares
eran debidas a una comunicación de una civilización extraterrestre? Es
comprensible que esta idea no parecía tan ingenua y de fantasía como parece
ahora. La década de los 60’s fue un momento en que nuestra visión del mundo y
del Universo estaba cambiando radicalmente: los primeros seres humanos en el
espacio, la cara oculta de la luna observada por la primera vez, las galaxias
descubiertas a distancias cada vez mayores con más potentes telescopios. El
universo estaba apareciendo también por nuevas ventanas en el espectro
electromagnético (radio y rayos X) que revelaban la presencia de fenómenos
sumamente energéticos y violentos. El concepto de “cielos inmutables” de la
antigüedad (considerado como un dogma hasta el siglo XVII) estaba siendo anulado
para siempre. El universo parecía más familiar y accesible; sin embargo, las
distancias se hacían más grandes cada día. El descubrimiento de los quásares
añadió una importante contribución a esta visión ampliada del Universo. Pronto
se entendió que los quásares estaban a distancias muy grandes deducidas de sus
desplazamientos al rojo según la ley de Hubble, que implicaba la formidable
distancia de 1.5 mil millones de años luz en el caso de 3C273, el primer quasar
(para un valor de la constante de Hubble de 100 kilómetros por segundo por
megaparsec). Su descubrimiento fue pronto seguido del descubrimiento de
quásares de corrimiento al rojo tan grande como 2, que implica una distancia de
10 mil millones de años luz, con luminosidades que parecían increíbles.
¿Cuál es el mecanismo físico que da
lugar a un pulsar? La fuente debe ser pequeña debido a la frecuencia del pulso
(más pequeño que un segundo luz, y mucho más pequeño que las estrellas
ordinarias), debe ser muy estable y tiene que haber algún mecanismo capaz de
producir intensas emisiones de radio. Tal mecanismo no puede ser de naturaleza
térmica, es decir, no puede ser debido a la energía térmica de un cuerpo
caliente, como en una estrella. Un mecanismo físico adecuado es la radiación de
sincrotrón emitida a través de la aceleración de los electrones y otras
partículas cargadas a velocidades relativistas en un campo magnético fuerte.
Un pulsar es una estrella compacta en
rotación (el diámetro debe ser del orden de 10 km) con un campo magnético
fuerte, y con el eje del campo desalineado respecto al eje de rotación. El
campo magnético en un cuerpo en rotación produce un campo eléctrico que acelera
las partículas cargadas cercanas a la superficie de la estrella a velocidades
muy altas, produciendo un haz de radiación electromagnética muy intenso a lo
largo del eje magnético (en realidad, el mecanismo que produce esta radiación
no es bien conocido). Por otro lado, el eje magnético no está alineado con el
eje de rotación, esto ocurre también con otros cuerpos celestes, como por
ejemplo nuestro planeta Tierra.
Los pulsos de radiación serán visibles
para un observador terrestre solamente cuando el eje está alineado con la línea
de visión (como por las lámparas de los faros en rotación). Hay un límite
inferior de la densidad de una estrella para estar unida gravitacionalmente, ya
que la aceleración centrífuga en su ecuador no podrá ser superior a la
aceleración de la gravedad. Para la velocidad angular de los pulsares, la
densidad debe ser extremadamente alta, tan alta que debe ser comparable a la
densidad de la materia nuclear. Cuando una estrella masiva de más de 8 veces la
masa de nuestro Sol sufre las últimas fases de su evolución, detona como una
supernova. Las capas externas son expulsadas al espacio, pero el núcleo de un
par de veces la masa del sol se contrae por su gravedad. La presión
gravitacional es tan fuerte que supera la repulsión electrostática que
mantienen estables a los iones y núcleos; de este modo, los electrones y
protones se funden en neutrones. El colapso es entonces detenido por la presión
asociada con los neutrones. Si la masa final es de más de 1.4 masas solares
(este valor es llamado el límite de Chandrasekhar), el colapso puede progresar
para formar un objeto totalmente colapsado, una estrella de neutrones; y si es
de más de 3 masas solares, entonces se formará un agujero negro. Durante el
colapso de la estrella progenitora, el diámetro de la estrella se reduce de
forma drástica, pero se conserva el momento angular (¡no hay fuerzas externas
que ejercen una torsión en el sistema!), de modo que la velocidad de rotación
se incrementa dramáticamente. Es el mismo caso de una bailarina que sigue
girando más lentamente con los brazos extendidos, y más rápidamente con los
brazos mantenidos cerca de su cuerpo.
El remanente del colapso es una
estrella muy compacta, extremadamente densa (tan densa como los núcleos
atómicos), estable y de rotación rápida, cuyos campos magnéticos actúan como
una especie de imán giratorio: un pulsar. La rotación del pulsar es tan estable
que su regularidad compite con la estabilidad de los relojes atómicos, por
ejemplo con algunos pulsares con períodos en el intervalo de 1 a 10
milisegundos. Sin embargo, la energía del sistema radia lentamente, y si el
ambiente interestelar de la estrella de neutrones es suficientemente rico, la
estrella puede ser frenada por la fricción ejercida sobre su campo magnético.
Con el tiempo la estrella puede girar más lentamente hasta que se alcanza un
estado de reposo.
Un pulsar “gastado” puede regresar a
la vida, si es parte de un sistema binario. Si su compañera estelar llega al
final de su vida en la secuencia principal, comenzará a expandirse. Parte del
material de esta compañera puede caer sobre el pulsar, poniéndolo de nuevo en
rotación. El proceso es, obviamente, favorecido en ambientes estelares densos,
como los cúmulos globulares. En el núcleo de un cúmulo globular, la distancia
típica entre las estrellas es de 10 a 100 veces menor que la distancia típica
en la vecindad solar. Las estrellas están tan cerca que se pueden formar nuevos
sistemas binarios.
Cuando una estrella de neutrones se
une con una nueva estrella compañera, su fuerza de gravedad es tan intensa que
puede extraer el gas de la compañera. Este gas es finalmente acretado por la
estrella de neutrones, rejuveneciendo el pulsar, ya que el momento angular del
gas se transfiere desde la compañera a la estrella de neutrones.
Los pulsares son fácilmente
identificables en la Galaxia, y cada pulsar tiene su frecuencia individual. Es
fascinante que un mapa con la posición del Sol en relación con 14 pulsares
conocidos haya sido incluido en la nave espacial Pioneer para permitir que
posibles seres extraterrestres inteligentes puedan rastrear la posición del
sistema solar en el espacio y el tiempo. La frecuencia de los pulsos emitidos
es tan estable, que una gran variedad de pulsares está siendo actualmente
utilizado como detector de ondas gravitacionales debido a que se espera que
estas ondas induzcan un cambio en la frecuencia de los pulsos.
Las estrellas de neutrones son objetos
pequeños y masivos cuyo campo gravitacional es extremadamente fuerte: lo que
pesa 1 g de materia en la Tierra pesaría más de cien millones de toneladas en
la superficie de una estrella de neutrones con masa al límite de Chandrasekhar,
1.4 M⨀.
Es decir, ¡una vez y media la masa del sol está comprimida en tan solo 10
kilómetros, el radio típico de una estrella de neutrones! Por lo tanto, los
pulsares tienen terreno para probar la teoría de la relatividad general de la
gravitación.
El púlsar binario PSR1913+16 es un
sistema estelar en el que ambos componentes son pulsares. Este sistema ha
proporcionado una de las confirmaciones más rigurosas de la relatividad
general, ya que sus órbitas se van desgastando según lo predicho por la teoría,
a través de la emisión de radiación gravitacional.
Los quásares son fuentes muy
diferentes de los pulsares. La interpretación aceptada actualmente por la
mayoría de los científicos implica acreción, que es literalmente caída de materia
sobre un objeto compacto, muy probablemente un agujero negro súper masivo. La
acreción sobre un objeto compacto es un proceso tremendamente eficiente, en
donde la “eficiencia” se refiere a la producción de la radiación. Al igual que
los niños que deslizan por una pendiente para adquirir velocidad debido a la
pérdida de energía potencial que se convierte en energía cinética, el gas que
cae en un agujero negro también adquiere energía cinética. Esta energía es
disipada por la fricción viscosa de los gases sobre sí mismos, al igual que las
ruedas de un coche cuando el conductor frena. El gas se calienta y comienza a
brillar intensamente. El potencial gravitacional es como un pozo profundo para
el caso de un objeto compacto como un agujero negro. El gas que está cayendo
sigue una “pendiente” muy empinada hasta el pequeño tamaño del objeto compacto.
Por esto, la cantidad de energía liberada es una fracción significativa de la
masa en reposo de gas, casi el 7% para un agujero negro no giratorio. De
acuerdo con la ecuación fundamental de Einstein que da la equivalencia entre
masa y energía, la energía es igual a la masa multiplicada por el cuadrado de
la velocidad de la luz. No es de extrañar que los quásares puedan ser
extremadamente luminosos llegando a tener luminosidades de 1038 kilowatt, es
decir, de 100 a 1000 veces más luminosos que una galaxia gigante. Los agujeros
negros tienen que ser muy masivos, de lo contrario la fuerza ejercida por la
radiación alejaría el gas que proporciona la luminosidad del quasar. Las masas
de la mayoría de los quásares son mayores a un millón de veces la masa solar, o
lo que es lo mismo, la masa de una galaxia enana. Los agujeros negros más
masivos que se conocen pueden alcanzar a los diez mil millones de masas
solares, es decir, ¡la masa estelar de una galaxia gigante!
Toda la masa está concentrada en un
tamaño mínimo, contenido en el radio gravitacional del agujero negro: para una
masa de 100 millones de masas solares, el tamaño sería de 150 millones de
kilómetros, esto es, la distancia entre la Tierra y el Sol. Los agujeros negros
súper masivos habitan en los núcleos de las galaxias. Inclusive, hoy en día se
cree que estos agujeros negros están presentes en galaxias más masivas como
espirales y elípticas gigantes. Con mucha frecuencia en las galaxias cercanas,
algunos se encuentran en reposo y otros están acretando, creando núcleos
luminosos en sus galaxias anfitrionas.
Desde la década de los 70’s, los
quásares han perdido un poco de su “brillo exótico”. Los astrónomos se dieron
cuenta de que los núcleos de las galaxias cercanas también poseían la acreción
de agujeros negros, desde entonces se ha reconocido a una clase más general de
"núcleos activos de galaxias” (en inglés, Active Galactic Nuclei - AGN).
Hoy en día la palabra quasar está fuera de moda, el término AGN o agujeros
negros súper masivos se usan como sinónimo desde algún tiempo. Sin embargo, la
definición de los quásares como AGN luminosos no tiene una definición muy clara
debido a que abarcan una enorme gama de luminosidades. Astronómicamente, los
quásares son objetos débiles (el más brillante tiene magnitud aparente de 13),
relativamente raros (alrededor de 100 por grado cuadrado hasta magnitud 22, y
~20 hasta magnitud 20).
Son fáciles de distinguir por su color
azulado y su espectro de abundantes líneas de emisión (los espectros son
similares pero no idénticos para todos los quásares). Una propiedad que
desconcertó a los descubridores de los quásares era que no podían ver la
galaxia madre. Pero pronto se entendió que el tamaño angular de la galaxia
anfitriona era demasiado pequeño para los objetos distantes y demasiado débiles
para ser detectada.
Los quásares emiten una enorme
cantidad de radiación en todas las frecuencias del espectro electromagnético,
desde ondas de radio hasta los rayos X duros. Su espectro es consistente con
una emisión “no térmica” como en el caso de los pulsares, aunque la formación
del continuo de los quásares está asociada a diferentes regiones. Se cree que
la mayor parte de las emisiones ópticas y UV provienen del disco de acreción
caliente el cual emite un espectro de naturaleza térmica. Sin embargo, la
emisión en ondas de radio no puede ser térmica y es debida a radiación de
sincrotrón.
Lo que hace a los quásares
especialmente interesantes es que son trazadores de un pasado lejano en la
historia del Universo. Los quásares más luminosos se observan a un corrimiento
al rojo z > 1 cuando la edad del Universo era de alrededor de 1/3 de la
época actual, por lo que la población de los quásares (~ 300.000 se conocen
hasta hoy) evoluciona a través de la edad cósmica. Hoy en día, los núcleos de
las galaxias están poblados por agujeros negros muy masivos que reciben sin
embargo muy poco material de acreción. Probablemente, las galaxias masivas fueron
quásares en su pasado distante.
Actualmente, las galaxias en el
Universo local están descansando, ya que la gloria de cuando fueron quásares
brillantes pasó hace mucho tiempo.
Los agujeros negros súper masivos en
los núcleos de las galaxias necesitan mucha materia en acreción. Para ser muy
luminosos, deben consumir más de 10 veces la masa del Sol por año. Algunos
quásares locales pueden ser rejuvenecidos, como los pulsares que reciben
material de acreción, pero para los quásares este fenómeno es relativamente
raro. Algunos quásares pueden estar hechos de un par de agujeros negros con una
pequeña separación orbital, formando un sistema binario como los de estrellas
pero de agujeros negros. Sin embargo, se espera que la transferencia de materia
entre ellos sea diferente a las binarias estelares, donde el compañero de la
estrella de neutrones está todavía en evolución y produce un viento. Un
mecanismo eficaz en el suministro de combustible para alimentar literalmente al
monstruo en los núcleos de las galaxias, es la interacción gravitacional entre
galaxias. Las fuerzas de marea pueden transportar una enorme cantidad de gas
hacia el centro de las galaxias, y si hay un agujero negro allí, éste crece y
su luminosidad crece con él. Los encuentros entre galaxias pueden llevar a una
fusión literal entre ellas, esto es, que dos galaxias se fusionen y pierdan su
apariencia individual, dejando como resultado a una galaxia remanente semejante
a una galaxia elíptica. Estos fenómenos eran mucho más frecuentes en el pasado,
en la llamada época cósmica. Por lo que es una sorpresa que el primer quásar
que se descubrió tuviera un corrimiento al rojo de ~ 0,15, lo que implica una
distancia de dos mil millones de años luz con los parámetros cosmológicos
actuales, y que los quásares más brillantes se encuentran a un corrimiento al
rojo de ~ 1 – 2, cuando la edad del Universo era entre 3 y 6 mil millones de
años.
Los pulsares y los quásares provocaron
una revolución cultural que marcó el comienzo de la astrofísica en el dominio de
los fenómenos no térmicos, los cuales son procesos físicos fundamentalmente
diferentes de los que alimentan a las estrellas. Siguen siendo temas de
frontera hasta la actualidad. Los quásares y los pulsares son activados por
objetos compactos (estrellas de neutrones y agujeros negros) que todavía no
están bien comprendidos. Cuanto más nos acercamos a las estrellas de neutrones
y a los agujeros negros, menos conocemos de su física. Siguen siendo problemas
abiertos los relacionados a la aceleración del chorro del púlsar que emite la
intensa luz colimada, a la naturaleza del horizonte de eventos de los agujeros
negros, la interacción agujero negro con el medio circundante y su campo
magnético. Además, las estrellas de neutrones y los agujeros negros son objetos
donde la fuerza de gravedad es extremadamente fuerte. Son laboratorios en los
que la principal teoría de la gravitación, la relatividad general se puede
probar con éxito.
Se agradece la ayuda de las doctoras Alenka Negrete y Alba Grieco por una revisión precisa de este capítulo.
Bibliografia:
M.
D’Onofrio, P. Marziani, J. W. Sulentic, Fifty years of quasars, Berlin:Springer
(2012)
D.
Dultzin, Quásares/ Quasar: En Los Confines Del Universo
Paola Marziani
Doctora
en Astrofísica
Investigadora / INAF - Osservatorio
Astronomico di Padova
Nació en Bolzano/Bozen, en Alto Adige/Südtirol. Obtuvo su laurea en Astronomía en 1986 y su Ph. D. en astrofísica en 1991.
Después de estancias de investigación en los Estados Unidos, México e Italia, se quedó en 1995 en el Instituto Nacional de Astrofísica en Padova. Su intereses astronómicos principales son los cuasares y las galaxias, la cosmología observacional, y los procesos atómicos que dan origen a lineas de emisión.
Desde 1988 ha publicado más de doscientas contribuciones de astrofisica (los mayoría de astrofisica extragaláctica), y artículos de divulgación astronómica en Inglés, Italiano y Español.
Recomendaciones en este Blog.
Después de estancias de investigación en los Estados Unidos, México e Italia, se quedó en 1995 en el Instituto Nacional de Astrofísica en Padova. Su intereses astronómicos principales son los cuasares y las galaxias, la cosmología observacional, y los procesos atómicos que dan origen a lineas de emisión.
Desde 1988 ha publicado más de doscientas contribuciones de astrofisica (los mayoría de astrofisica extragaláctica), y artículos de divulgación astronómica en Inglés, Italiano y Español.
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