El Premio Nobel de Química 2024 fue otorgado a David
Baker, Demis Hassabis y John Jumper por sus contribuciones revolucionarias en
el estudio de la estructura de las proteínas mediante inteligencia artificial y
técnicas computacionales avanzadas. Este reconocimiento se centra en dos logros
clave: el diseño computacional de proteínas y la predicción de sus estructuras
tridimensionales, ambos avances con un enorme impacto en biotecnología y
medicina.
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El
desarrollo de los laureados no ha partido de cero.
Al margen del mérito de los laureados y de la
indudable importancia de su aportación, es importante conocer que estos adelantos
se han conseguido gracias al previo desarrollo de procedimientos científicos
totalmente experimentales, y al acúmulo de información que durante décadas han
generado tales herramientas, como la Resonancia Magnética Nuclear y muy
específicamente por la aportada por la Cristalografía, es decir al uso de la
interacción de los rayos X con los cristales, que ya desde principios del siglo
XX comenzó a dar sus frutos aplicados a compuestos sencillos. Pero ha sido
desde comienzos de la década de 1970 cuando la Cristalografía se empezó a
aplicar a los cristales que se pueden obtener a partir de disoluciones de
macromoléculas biológicas. La Cristalografía ha dado lugar hasta 29 Laureados
Nobel desde principios del siglo XX y, hasta el día de hoy, al conocimiento
experimental de la estructura de más de 225.000 macromoléculas biológicas.
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