lunes, 24 de septiembre de 2018

¿Qué es un agujero negro? - Luis Julián Goicoechea Santamaría

¿Qué es un agujero negro? ¿Tiene limitaciones de tamaño?
(Por Luis Julián Goicoechea Santamaría)



La idea de agujero negro está directamente relacionada con la ley de la gravitación universal que propuso Isaac Newton en el siglo XVII, en la cual se establecía que un objeto con cierta masa ejerce una fuerza atractiva sobre otros objetos, cuya intensidad es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Así, la fuerza gravitatoria aumenta a medida que la distancia al atrayente (con una masa dada) disminuye. Aunque la gravedad de un planeta o una estrella  cerca de su superficie es importante, los objetos pueden contrarrestar dicha atracción y escapar si disponen de suficiente energía. Por ejemplo, la velocidad de escape desde la superficie terrestre es de unos 11 kilómetros por segundo, mientras que se necesita una velocidad de 617 kilómetros por segundo para escapar de una estrella como el Sol. Nosotros sabemos que la radiación (y las partículas más energéticas) no pueden ser capturadas por el campo gravitatorio solar, ya que la luz visible que proviene del Sol (velocidad de 300000 kilómetros por segundo) ilumina el cielo diurno.

          Sin embargo, si un objeto colapsa hasta introducirse dentro de un radio extremadamente pequeño, en el cual la velocidad de escape es igual a la velocidad de la luz, se forma un agujero negro. La materia y la radiación quedan atrapadas en su campo gravitatorio, y no son capaces de propagarse hasta otras regiones vecinas. Dicho radio crítico suele definir el tamaño del agujero negro, aunque más que un tamaño real es una frontera, en cuyo interior se ha formado la mencionada  estructura compacta y oscura. El radio crítico (o tamaño radial) es directamente proporcional a la masa, y es de unos 3 kilómetros para la masa del Sol, y de solo 9 milímetros para la masa de la Tierra. En otras palabras, para transformar la Tierra en un agujero negro, necesitaríamos comprimir toda su masa en un volumen menor que el de un ojo humano.

          Desde un punto de vista teórico, se especula con la posible existencia de agujeros negros primordiales, formados mediante fluctuaciones locales en la densidad de materia durante la expansión inicial del Universo. Se trataría de objetos poco masivos y exóticos, que pueden tener escapes a través de sus fronteras (radiación de Hawking), de forma que no se comportarían como cárceles totalmente eficientes para la materia y la radiación. Estos escapes estarían relacionados con efectos cuánticos, y generarían una disminución paulatina de su masa hasta la evaporación de los mismos. En los últimos años, Stephen Hawking también ha postulado que la materia y la radiación no colapsan dentro de la esfera con el radio crítico del agujero negro, ya que quedarían atrapadas temporalmente en la frontera definida por dicho radio crítico. Dejando a un lado estas y otras muchas especulaciones teóricas, la astronomía moderna está dedicando un gran esfuerzo al descubrimiento y estudio de agujeros negros con diferentes masas. Aunque llegados a este punto, surge una pregunta evidente: ¿cómo encontrar un objeto que no emite luz en el cielo nocturno?, ¿hacia dónde orientar nuestros telescopios?

De forma genérica, un agujero negro es una región del cielo con condiciones físicas extremas. No solamente el campo gravitatorio es extremadamente intenso, haciendo necesario el uso de la teoría de la relatividad general para su descripción [1], sino que también se espera que su velocidad de rotación y su campo magnético sean extraordinariamente  grandes. Si imaginamos un objeto aislado con masa estelar que colapsa conservando su momento angular y su masa,  a medida que el radio se reduce, la velocidad de rotación debe aumentar para compensar la disminución de tamaño. De forma similar, si se conserva el flujo magnético [2], el colapso conduce a un aumento del campo magnético. Estas ideas generales se confirman cuando se comparan las propiedades de estrellas colapsadas de neutrones (púlsares [3] con una radio de unos 10 kilómetros) y estrellas normales. Las estrellas de neutrones pueden alcanzar velocidades de rotación próximas a 100000 kilómetros por segundo, y albergar campos magnéticos de un billón de Gauss. Por consiguiente, en las inmediaciones de un objeto compacto (estrella de neutrones o agujero negro) podemos encontrar un disco de gas caliente: gas capturado por su enorme campo gravitatorio, distribuido en el plano perpendicular al eje de rotación, y calentado por la fricción entre regiones adyacentes del disco. Dicho gas caliente emitirá radiación térmica. También se puede emitir radiación no térmica, cuando partículas cargadas son aceleradas por campos eléctricos y magnéticos en las cercanías de la estructura colapsada.

1        Agujeros negros estelares.

Una estrella con masa solar no puede formar un agujero negro. Tras consumir el hidrógeno y el helio en su corazón mediante procesos de fusión nuclear, la envoltura es arrojada al espacio interestelar (nebulosa planetaria) y aparece un núcleo estable de carbono del tamaño de la Tierra (enana blanca). Se requieren decenas de masas solares para alcanzar temperaturas interiores más altas, continuar las fases de fusión nuclear y colapso [4], y llegar a una configuración final en la cual el colapso gravitatorio no puede ser detenido por ningún mecanismo conocido. Entonces se forma un agujero negro estelar. Algunas estrellas masivas evitan la formación de un agujero negro desprendiéndose de forma violenta de su envoltura (explosión de supernova). Aunque el núcleo residual de neutrones (estrella de neutrones)  es una estructura compacta, existe una presión cuántica que evita la formación de un agujero negro. Las estrellas de neutrones tienen un radio (aproximadamente 10 kilómetros) ligeramente mayor que el radio crítico para su masa: unos 6 kilómetros para una masa típica de 2 veces la masa solar. Cálculos detallados indican que esta presión cuántica puede soportar hasta 3 masas solares, y por lo tanto, la masa de un agujero negro estelar debe exceder este valor.

          ¿Conocemos algún candidato a agujero negro estelar? Si, conocemos varios candidatos que forman parte de sistemas binarios. Un objeto compacto en un sistema binario puede devorar el gas de la envoltura de su estrella compañera. Como ya hemos comentado, se forma un disco de gas caliente, y el material se precipita sobre el objeto colapsado realizando una trayectoria espiral (la fricción elimina momento angular, y el gas adquiere un pequeño movimiento radial de caída). En los anillos más internos del disco se alcanzan temperaturas de millones o decenas de millones de grados, y por consiguiente, el entorno del objeto compacto es detectable mediante un telescopio espacial de rayos X. Tras detectar una binaria compacta de rayos X, la dinámica de la compañera puede entonces usarse para estimar la masa de la estructura colapsada, y así, encontrar un candidato a agujero negro cuando esta exceda las 3 masas solares.

          Entre los candidatos más destacados dentro de la Vía Láctea (la galaxia donde reside el Sol y la Tierra) está Cyg X-1 en la constelación del Cisne. Fue descubierto en el año 1964 y es una de la fuentes cósmicas mas intensas de rayos X. El objeto compacto tiene una masa de 14,8 veces la masa solar, lo que implica un radio crítico de unos 44 kilómetros. Otros candidatos interesantes son: GRO J0422+32 y GW150914. El primero (GRO J0422+32) fue descubierto en 1992 en una binaria de rayos X. El objeto compacto en dicha binaria es el candidato menos masivo a agujero negro estelar, ya que solo tiene 4 veces la masa del Sol. Su proyección en un plano tiene un área algo mayor que la superficie de la isla de La Gomera. El candidato GW150914 es uno de los hallazgos más excitantes del siglo actual. No fue detectado en rayos X, sino mediante observaciones de ondas gravitatorias [5]. En Febrero de 2016, se anunció la observación de una colisión entre dos agujeros negros de 36 y 29 masas solares en una galaxia situada a más de mil millones de años luz de la Tierra. Un sistema binario puede estar formado por dos objetos compactos, y a medida que transcurre el tiempo, pierde energía rotacional mediante la emisión de ondas gravitatorias. Finalmente, ambos objetos colapsados colisionan para formar una estructura de mayor masa.  En el proceso de colisión y fusión de GW150914 se piensa que se ha formado un agujero negro de más de 60 masas solares con el radio típico de un asteroide.

2        Agujeros negros en núcleos galácticos.

Actualmente se piensa que existe un agujero negro muy masivo en el centro de casi todas las galaxias. En los núcleos galácticos, se espera una densidad inicial de estrellas y gas muy elevada, y en dicho ambiente, es razonable imaginar un gran colapso al cabo de cierto tiempo. Las estrellas en la región central de la Vía Láctea describen órbitas elípticas que son consistentes con la acción gravitatoria de un objeto compacto con una masa de unos 4 millones de veces la masa solar. El radio critico (tamaño radial de un hipotético agujero negro en el centro de la Vía Láctea) para esta masa es de 0,08 unidades astronómicas, siendo 1 unidad astronómica la distancia entre el Sol y la Tierra. Sin embargo, las estrellas observadas no se aproximan tanto al monstruo masivo, y datos recientes indican que el radio de la estructura central debe ser inferior a 45 unidades astronómicas (distancia de máxima aproximación de estrellas), o equivalentemente, a unos 560 radios críticos. ¿Se trata de un agujero negro? Muy probablemente si… Aunque las estrellas no se acercan al radio crítico en su movimiento, 45 unidades astronómicas es la distancia entre el Sol y el planeta menor Makemake. Es decir, tenemos varios millones de veces la masa del Sol dentro de un radio menor que el del sistema solar, y no se conoce ningún mecanismo físico capaz de evitar el colapso de semejante estructura.

Aparte de las galaxias normales como la Vía Láctea, existen galaxias con un núcleo activo. Un tipo de especial relevancia está constituido por los llamados cuásares [3].  Los cuásares son núcleos activos de galaxias lejanas que muy probablemente albergan un agujero negro con una masa típica entre cien y mil millones de veces la masa del Sol,  dentro de una región con un tamaño menor que el del sistema solar. Las observaciones de cuásares indican que el hipotético agujero negro central está rodeado por un disco de gas caliente, desde donde se emite la luz visible y ultravioleta. Se piensa que los rayos X provienen de una corona muy caliente sobre dicho objeto central, y en aproximadamente el 10% de los casos, las observaciones también sugieren la presencia de un chorro de partículas energéticas en una dirección perpendiculares al disco y emitiendo radiación no térmica   (ver figura adjunta; origen: NASA/JPL – Caltech). 


Los anillos más internos del disco emitiendo radiación térmica estarían situados a unos pocos radios críticos del agujero negro, de modo que tales anillos tan lejanos y diminutos (tamaño de un sistema estelar) no pueden resolverse espacialmente de una forma directa. Sin embargo, actualmente se usan algunos métodos indirectos para estudiar la geometría interna del disco, en las proximidades del supuesto monstruo oscuro. Los resultados indican que cientos o miles de millones de masas solares deben estar confinadas en zonas con tamaños radiales de unos cuantos radios críticos, apoyando la presencia real de agujeros negros muy masivos en cuásares.

Notas:
1 Ver capítulo 37.
2 El flujo magnético es el producto del campo magnético por la superficie.
3 Ver capítulo 12.
4 Cada vez que un material interno se agota y las correspondientes reacciones nucleares cesan, se forma una estructura inactiva compuesta principalmente por el producto de la fusión de dicho material. Por ejemplo, cuando se consume el corazón de hidrógeno, se forma un núcleo inactivo dominado por helio. La temperatura no es suficiente para comenzar la fusión del producto, y no se genera una presión que compense la atracción gravitatoria entre las diversas partes del corazón estelar. Entonces el corazón colapsa y se calienta hasta que se alcanza la temperatura umbral para la fusión del producto. El núcleo estelar vuelve a estar activo, y la nueva presión compensa total o parcialmente la contracción gravitatoria del mismo.
5 Las ondas gravitatorias son el equivalente gravitatorio de las ondas electromagnéticas (a las que hemos llamado radiación, o también luz). Así como las cargas eléctricas aceleradas emiten ondas electromagnéticas, cuando existen masas aceleradas por efectos gravitatorios se pueden emitir ondas gravitatorias (ver también el capítulo 14).

Bibliografía complementaria:
“Historia del Tiempo: del Big-Bang a los Agujeros Negros”, Stephen W. Hawking.
La Evolución de Nuestro Universo”, Malcolm S. Longair.

Luis Julián Goicoechea Santamaría
Doctor en Ciencias Físicas
Profesor de Astronomía y Astrofísica – Universidad de Cantabria






Luis J. Goicoechea nació en el año 1957, unos meses antes del lanzamiento del Sputnik 1. Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Cantabria (UC) en 1979, comenzó su carrera investigadora en el Centro de Investigación y Desarrollo de Santander (centro mixto CSIC-UC), y posteriormente como Becario del Plan FPI y Ayudante. Su tesis doctoral (1984) trató sobre observaciones en algunos modelos cosmológicos inhomogeneos. Tras una estancia en la Universidad de Roma, nació su hija Estela y consiguió una plaza de Profesor Titular de Universidad en el área de Física Teórica. En la década 1990 y posteriores, ha concentrado su investigación en el campo de la astronomía/astrofísica, estableciendo sólidos lazos con grupos afines en el Instituto de Astrofísica de Canarias (al que ha visitado en numerosas ocasiones) y en varios centros internacionales.


Actualmente es Profesor de Astronomía y Astrofísica en la UC, y ha dedicado una gran parte de los últimos 25 años al estudio de sistemas lente gravitatoria. En particular, a la observación e interpretación de cuásares distantes fuertemente afectados por la gravedad de galaxias más próximas. Este proyecto GLENDAMA (Gravitational LENses and DArk MAtter) está utilizando instrumentación avanzada para crear una base de datos de alta calidad sobre cuásares que sufren efectos lente (http://grupos.unican.es/glendama/database/). Principalmente el telescopio Liverpool, que funciona de forma robótica, y el Gran Telescopio Canarias (ambos situados en la isla de La Palma, España).

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